sábado, 28 de febrero de 2015

Ficción o realidad


A pesar de que me envolvía una silenciosa oscuridad, notaba como caía a una velocidad vertiginosa, pero no me importaba porque, al final de aquel recorrido, un atisbo de luz me indicaba que mi búsqueda, por fin, se podía dar por concluida, ya que me acercaba a mi deseado destino: el centro de la tierra. No me paraba a pensar en los peligros que me podían estar acechando allí. También fueron muchos y difíciles los obstáculos que tuve que superar en una inolvidable vuelta al mundo en globo, así como tampoco resultó fácil el intento con éxito de tardar ochenta días de la tierra a la luna. El cansancio me puso a prueba durante aquellas cinco semanas en las que recorrí veinte mil leguas hasta el faro del fin del mundo, pero en absoluto lo tuve en cuenta cuando, posteriormente, me embarqué en otra fantástica odisea realizando un viaje submarino en busca de la isla misteriosa. Al abrir los ojos, me vi rodeado de libros a medio leer y decidí salir a la calle a tomarme un respiro. Una vez despejada la mente, y tras deambular sin rumbo fijo durante un buen rato, me encaminé sin dudar a comprar un billete de lotería. Imaginé con ilusión que era el ganador y destiné el dinero del premio a tomarme dos años de vacaciones. Tras toda mi retahíla de aventuras, me sentía el dueño del mundo y era inmensamente feliz por ello. Me apresuré a plasmarlo todo por escrito aún a sabiendas de que jamás pasaría de ser considerado simplemente como el testamento de un excéntrico.

Juingo

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