Ficción o realidad
A pesar de que me envolvía una silenciosa oscuridad, notaba
como caía a una velocidad vertiginosa, pero no me importaba porque, al final de
aquel recorrido, un atisbo de luz me indicaba que mi búsqueda, por fin, se
podía dar por concluida, ya que me acercaba a mi deseado destino: el centro de
la tierra. No me paraba a pensar en los peligros que me podían estar acechando
allí. También fueron muchos y difíciles los obstáculos que tuve que superar en
una inolvidable vuelta al mundo en globo, así como tampoco resultó fácil el
intento con éxito de tardar ochenta días de la tierra a la luna. El cansancio
me puso a prueba durante aquellas cinco semanas en las
que recorrí veinte mil leguas hasta el faro del fin del mundo, pero en absoluto
lo tuve en cuenta cuando, posteriormente, me embarqué en otra fantástica odisea
realizando un viaje submarino en busca de la isla misteriosa. Al abrir los
ojos, me vi rodeado de libros a medio leer y decidí salir a la calle a tomarme
un respiro. Una vez despejada la mente, y tras deambular sin rumbo fijo durante
un buen rato, me encaminé sin dudar a comprar un billete de lotería. Imaginé
con ilusión que era el ganador y destiné el dinero del premio a tomarme dos
años de vacaciones. Tras toda mi retahíla de aventuras, me sentía el dueño del
mundo y era inmensamente feliz por ello. Me apresuré a plasmarlo todo por
escrito aún a sabiendas de que jamás pasaría de ser considerado simplemente
como el testamento de un excéntrico.
Juingo
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