miércoles, 8 de julio de 2015

El concierto


Harto de dar vueltas, no resisto la tentación y enciendo la luz. Las dos de la mañana, solo me quedan cuatro horas para que suene el despertador. Ojos verdes.  La orquesta de mi cerebro ya interpreta la música y la canción vuelve a sonar por enésima vez en mi cabeza. Cansado por no poder dormir y hastiado del incansable soniquete del estribillo, me levanto y me dirijo al salón para ver si con el ruido de la televisión se apaga de una vez la dichosa melodía. Verdes como la albahaca. Desde la hora de comer, se introdujo en mi mente y me acompaña como un fiel perrillo a su querido dueño. Tras una reparadora ducha y un reconfortante desayuno salgo a la calle dispuesto a borrar de mi disco duro el desesperante día anterior, pero cuando el aire de la mañana me acaricia, mis esperanzas se desvanecen por completo. Verdes como el trigo verde…

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