El año nuevo y el frío se
presentaron fielmente aliados,
algo ya habitual,pues,de hecho,formaban
una avenida pareja,
así que todos nos despedimos de los
disfraces de nochevieja
para disponernos a afrontar el invierno
convenientemente abrigados.
Para nosotros,los jóvenes,las jornadas llegaban a ser agotadoras.
No éramos conscientes de que a las
madres llenábamos de trabajo.
El Barrito,el Poli,la Lonja
Vieja,¡algunos se atrevían hasta con el Tajo¡
Y la ropa sucia se acumulaba en las
casas junto a las lavadoras.
Como casi siempre sucedía,antes de
los pasodobles del carnaval,
la lluvia nos sorprendía con su,a
veces,molesta presencia,
pues se llegaba a cebar con una
cruel y especial virulencia
en zonas como el Hoyo de la Tota o
la explanada del Zapal.
Mientras el soleado día por la
Barra o el Botero plácidamente pasaba,
por las noches se veían las
procesiones en la Cuesta del Cojo Soler.
El rosquete,el pan duro o el
pestiño eran los manjares para comer,
hasta que por la Chanca te envolvía
el olor a atún de almadraba.
Eramos inmensamente ricos al poder
elegir varios sitios para jugar,
pues se disfrutaba sin parar de un
sinfín de parajes espectaculares.
La Tarayuela,el Montará,la
Breña,tantos hermosos pinares,
y el 7 de Mayo ¡ a la Oliva para
los primeros helados del año degustar ¡
Una vez más,el pegajoso calor
veraniego nos quiso venir a invadir,
más como un poderoso ejército el
pueblo se lanzó a la arena.
Zahara,los Caños,la playa del
Cármen o la de la Yerbabuena.
¡ Anda que no teníamos armas para
al Lorenzo combatir ¡
La lucha se extendía también contra
el Levante o el Poniente,
pero se lograba un valioso premio
por cada batalla ganada:
unos maravillosos días de fiesta en
la Feria o en la Sardinada,
o poder disfrutar del mar con el
Paseo Marítimo como invitado silente.
Hasta que el Otoño traía algún
barco con el tope de boquerones
y el pueblo se arremolinaba en el
Puerto ansiosos por celebrar.
Muchas noches se desafiaba al sueño
para ir al Río Viejo a pescar,
o por el día poníamos rumbo a los
corrales del Chorro a mariscar ilusiones.
Tocaba también reconstruir la
pandilla para luchar contra otras rivales,
además de formar un equipo para
competir en la temporada futbolera.
El Campo de la Academia o el del
Barcelona eran nuestros estadios de primera
y el Parque del Ayuntamiento o el
Infanta Elena los cuarteles generales.
Estas eran las aventuras que podían
ocurrir en un año normal,
un año al que cualquiera le puede
poner su personal numeración.
Porque tendrá muchos como éste
guardados dentro de su corazón,
pero todos con el mismo escenario:
Barbate,un pueblo único y especial.
A mi,el evocar todos estos
recuerdos me parece una verdadera maravilla
y sé que,mientras viva, no podré ni
querré borrarlos de mi mente.
Por eso sólo deseo que para todo el
pueblo y su encantadora gente
este sea su perpetuo sueño y salgan
de una vez de la actual pesadilla.
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