miércoles, 18 de marzo de 2015

El año nuevo y el frío se presentaron fielmente aliados,
algo ya habitual,pues,de hecho,formaban una avenida pareja,
así que todos nos despedimos de los disfraces de nochevieja
para disponernos a afrontar el invierno convenientemente abrigados.

Para nosotros,los jóvenes,las  jornadas llegaban a ser agotadoras.
No éramos conscientes de que a las madres llenábamos de trabajo.
El Barrito,el Poli,la Lonja Vieja,¡algunos se atrevían hasta con el Tajo¡
Y la ropa sucia se acumulaba en las casas junto a las lavadoras.

Como casi siempre sucedía,antes de los pasodobles del carnaval,
la lluvia nos sorprendía con su,a veces,molesta presencia,
pues se llegaba a cebar con una cruel y especial virulencia
en zonas como el Hoyo de la Tota o la explanada del Zapal.

Mientras el soleado día por la Barra o el Botero plácidamente pasaba,
por las noches se veían las procesiones en la Cuesta del Cojo Soler.
El rosquete,el pan duro o el pestiño eran los manjares para comer,
hasta que por la Chanca te envolvía el olor a atún de almadraba.

Eramos inmensamente ricos al poder elegir varios sitios para jugar,
pues se disfrutaba sin parar de un sinfín de parajes espectaculares.
La Tarayuela,el Montará,la Breña,tantos hermosos pinares,
y el 7 de Mayo ¡ a la Oliva para los primeros helados del año degustar ¡

Una vez más,el pegajoso calor veraniego nos quiso venir a invadir,
más como un poderoso ejército el pueblo se lanzó a la arena.
Zahara,los Caños,la playa del Cármen o la de la Yerbabuena.
¡ Anda que no teníamos armas para al Lorenzo combatir ¡

La lucha se extendía también contra el Levante o el Poniente,
pero se lograba un valioso premio por cada batalla ganada:
unos maravillosos días de fiesta en la Feria o en la Sardinada,
o poder disfrutar del mar con el Paseo Marítimo como invitado silente.

Hasta que el Otoño traía algún barco con el tope de boquerones
y el pueblo se arremolinaba en el Puerto ansiosos por celebrar.
Muchas noches se desafiaba al sueño para ir al Río Viejo a pescar,
o por el día poníamos rumbo a los corrales del Chorro a mariscar ilusiones.

Tocaba también reconstruir la pandilla para luchar contra otras rivales,
además de formar un equipo para competir en la temporada futbolera.
El Campo de la Academia o el del Barcelona eran nuestros estadios de primera
y el Parque del Ayuntamiento o el Infanta Elena los cuarteles generales.

Estas eran las aventuras que podían ocurrir en un año normal,
un año al que cualquiera le puede poner su personal numeración.
Porque tendrá muchos como éste guardados dentro de su corazón,
pero todos con el mismo escenario: Barbate,un pueblo único y especial.

A mi,el evocar todos estos recuerdos me parece una verdadera maravilla
y sé que,mientras viva, no podré ni querré borrarlos de mi mente.
Por eso sólo deseo que para todo el pueblo y su encantadora gente
este sea su perpetuo sueño y salgan de una vez de la actual pesadilla.


No hay comentarios:

Publicar un comentario