La barbacoa
Mientras preparaba los
cubiertos, su preciosa melena adquiría un tono aún más rojizo, como queriendo
absorber las llamas que danzaban a su alrededor. A su lado, el chico miraba
embelesado como a la luz del fuego se adivinaba la voluptuosidad de sus senos fantaseando
con que esa era la carne que anhelaba saborear aquella noche y no la que se
cocía lentamente en la barbacoa.
Juingo
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