martes, 10 de marzo de 2015

5 kilómetros a través del tiempo


El intenso frío reinante me hizo entender definitivamente que durante toda la prueba no se escaparía de mi mente la pregunta que me llevaba martilleando unos cuantos días: ¿Por qué te tienes que cruzar España entera para participar en una carrera con lo bien que se corre en tu tierra? No sé cómo me dejé convencer, pues correr al nivel del mar contemplando las costas de África es un verdadero privilegio. De repente, el corazón casi me da un vuelco al ser testigo de una espectacular pelea entre un oso y un tigre dientes de sable para ver quién de los dos se hacía poseedor de los derechos de caza sobre un hermoso ciervo que se alejaba disimuladamente del lugar. Durante el resto del recorrido, contemplé atónito a rinocerontes de dos cuernos y elefantes compitiendo por un imaginario premio al más majestuoso o a unos hipopótamos convertidos en improvisados y sorprendentes espectadores del Cross mientras que los bisontes corrían a nuestro lado queriendo dejar claro que, corriendo,  éramos muy poco rivales para ellos .Cuando terminé los cinco mil metros, me di realmente cuenta del premio obtenido ese día: un maravilloso y mágico paseo por la historia.


JUINGO.

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