sábado, 23 de mayo de 2015

ENTRE EL CIELO Y EL SUELO

En aquel polígono a las afueras de la ciudad, semidesnuda y con el frío de enero metido en los huesos, la chica miró hacia el cielo con los ojos poblados de lágrimas. Aún resonaban en su cabeza las palabras de aquellos supuestos amigos en su añorado país unos meses antes: “ten confianza, nosotros elevamos sueños”. Con una sonrisa irónica, asintió pensando que, efectivamente, sus sueños se habían elevado hasta el punto de haberse evaporado para siempre.



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