sábado, 23 de mayo de 2015

Listo para la batalla


Tras el accidente, me costó un mes el poder levantarme de la cama. La gente me felicitaba, pero a mi aún me faltaba mucho. Otros tres meses de dura rehabilitación me permitieron volver a andar sin secuelas. Con suma paciencia empecé a dar paseos por el campo, que luego se transformaron en caminatas y éstas a su vez en largas carreras. La gente me felicitaba, pero a mi aún me faltaba mucho. La recuperación física completa me llevó de nuevo al trabajo y a reanudar mi vida con total y aparente normalidad. Comencé a escribir y a retomar mis hábitos y aficiones personales. La gente me felicitaba, pero a mi aún me faltaba mucho. Tres años después, sin darme apenas cuenta, un día me sobrevino una risa tonta que se transformó en una intensa y reconfortante carcajada. Nadie me felicitó entonces, pero no le di importancia porque, en ese momento, sí que me sentí totalmente recuperado y dispuesto para seguir viviendo y luchando contra todo sin ningún temor. Ya disponía de nuevo de mi más poderosa arma para cualquier tipo de batalla.


No hay comentarios:

Publicar un comentario