sábado, 23 de mayo de 2015

LA CABALGATA



Las ventanas de las habitaciones se abrieron de par en par aprovechando la extraña bonanza climática de aquel mes de febrero. La música que llegaba del exterior, tapaba así cualquier atisbo de ruido procedente de aquella silenciosa cabalgata. Todo valía para el desfile: sillas, una tabla de un mostrador roto a modo de improvisada carroza o alguna cama de los que tenían dificultad para moverse por sí mismos y no querían perderse el evento. En la calle, la comitiva se fue alejando, pero ya era más pequeña, porque la alegría se quedó impregnada en los rostros de todos los pequeños ingresados en aquella planta del hospital.

No hay comentarios:

Publicar un comentario