miércoles, 16 de septiembre de 2015



El arte de la guerra

Entretenidos  en hacer un nudo con nuestras lenguas,  no percibimos los avisos en forma de pequeñas gotas de agua hasta que se convirtieron en un auténtico bombardeo. A la carrera, nos tuvimos que refugiar en el primer portal que encontramos abierto. Camuflados en las sombras, ordené a mis dedos que partieran en avanzadilla para explorar el territorio. Empapados a causa de la excesiva humedad del terreno, los soldados, exhaustos, me indicaron que la mejor forma de seguir avanzando era utilizando artillería pesada. Envié a mi mejor acorazado para que fuera abriendo camino. Cuando alcanzó las coordenadas correctas, conquistamos el lugar celebrándolo entre salvas de alegría y espasmos de placer.

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