La
venganza
La verdad es que el
helado tenía una pinta espectacular. Te percataste de que no te quitaba los
ojos de encima y lo acabaste con grandes lametones mientras que, de vez en
cuando, me dedicabas una mirada provocativa acentuando así mi deseo. Más tarde,
te vi en la cola del cine y me las ingenié para ponerme justo detrás de ti
pegándome bien. Cuando te volviste a mirar, te lancé un guiño pícaro y nos
sentamos juntos para ver la película. Aunque no me acuerdo de nada de ella,
porque de lo único que gocé fue de esa lengua revoltosa que tanto anhelaba
capturar entre mis labios desde aquella mañana en la playa
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